El renacimiento y el ser

Acuciado por una prisa vertiginosa,

buscas un remedio, una pócima.

Clamas a los vientos buenaventura,

la vivificante ascensión de la hermosura.

Pero no existen tales milagros,

todo quedará en un intento sobrehumano

por que una agresiva hueste

te maneja como un títere.

¡Ahora! Pisa fuerte el ardiente asfalto,

recompón la agonía del rostro desangelado

que apaga la luz de tus ojos,

que te roba el placer y el reposo.

Maximiza luego cada uno de tus sentidos,

resárcelos de momentos perdidos

por que si atiendes nada más a la razón,

sumarás agravios al corazón.

Mª. D.A. C. (Andaluza Errante)