Despedida de la docencia

Hay un principio y un fin,nada más cierto,
nace la flor y así embellece el huerto,
pero más tarde es el fruto el que domina.
Esta es la vida,una serpentina
que nos envuelve en su color y en su sustento.
Fue en un atardecer mi nacimiento
y siendo adolescente,en un diciembre,
encontré en un diploma el mandamiento
de enseñar a pensar,eso se aprende.
Pasaron por mis ojos en el tiempo,
el candor,la pureza de los niños...
¿qué precio tiene aquéllo que en el alma,
nos pone un ala blanca de cariño?.
Rodeada de ternuras infantiles,
la aspereza de la vida fue limada
y cada clase tuvo como premio,
la inocencia de un niño,en la mirada.
Paseé por mil países,tantos mares...
tanto polen y magia,tanta alquimia,
que la vida se esfumó entre los azahares,
como el jugo meloso,de una viña.
Pero también las espinas me han hincado
y por cada herida,así tallada,
pude crecer y embarcarme hacia una estrella,
aunque la nave parecía encallada.
En ese transcurrir de frágil tiza,
comprendí que la vida es sólo éso,
puede crear en un trazo todo el peso
del amor,del dolor,de la sonrisa.
Hoy me trajo un regalo y justamente
en la fecha en que dí a luz mi primer hijo.
Me siento cual la tierra que se abre
y brota en el verdor su regocijo...
Porque de la tierra aprendí,que ser un surco,
es no temblar en la presencia del arado
y hoy tengo el corazón como ese surco
que quiere entregarles lo sembrado.
A Ustedes que pusieron la dulzura
de la amistad,de las horas compartidas,
reciban para siempre mi ternura,
¡jamás un adiós de despedida! Elsa Tebere de Ferraro 12/04/96