Comprando Olvidos

 Estoy tratando de comprar olvidos en esta mercadería de miércoles de Luna llena.

Busco materias dulces y alegres, días de amor, poemas y recuerdos…

Muchos recuerdos.

Quiero filtrar tu presencia en el momento mismo en que hiciste que el agua,

Se convirtiera en licor, para marearme de amor.

Quiero comprar los ruidos de la noche, para evitar que dispersen

O distraigan la visión de nuestros encuentros.

Quiero encontrar la fórmula de aquel hechizo que me haga olvidar mi gran temor…

Temor que se extiende como una nube giganta, obscura y amenazante,

Temor que, con jubilosa conspiración y con envidia devoradora,

Ensombrece nuestro posible encuentro.

Me dirás,

Preguntarás,

 Con extrema curiosidad, que es aquello que ensombrece mi vida

Y refutarás,

 Explicando que tal vez tú poseas la fórmula para disolverlo.

Pues bien helo aquí, con todas sus señales,

Síntomas: Es como una enhiesta garra que asciende sobre mi espalda

Llevándose girones de piel, hasta mi cabeza.

Ahí se aposenta para susurrarme ese temor descubierto

Y los cien elementos que lo condensan, que lo hacen vivir.

Como un gran ensayo me hace ver el fantasma

Que se desliza amenazante e irreversible:

¡El Tiempo!

Si. Es el tiempo mi gran temor –mi bien fundado y racional temor-

Él, me hace sentir como bailarina cincuentona

 – Más bien septuagenaria-

Que todavía pretende “sacar fuerzas de su pasado”

- Como diría José Alfredo Jiménez en una de sus canciones-

Ya el cóndor pasó y sólo queda en su lugar

Un ave asustadiza, indefensa, herida por los avatares del tiempo.

Así, Luna que administras mis recuerdos,

Te digo:

Levanté un consenso entre mi corazón y mi cabeza,

Entre mis manos y mis piernas y todos, todos votaron

Por continuar nuestra quimérica aventura

 – ¿O será desventura?-

Sólo una voz discordó de dicho acuerdo,

 Una voz que surgió del mi epicentro mismo

Pugnaba porque imperara la cordura,

Aduciendo que los frutos yacen esparcidos, olvidados

 En el suelo de mi huerto

Que son tan solo sueños… sólo sueños.

Hago a un lado la voz de la razón, si tú estás de acuerdo Luna mía.

Si concuerdas conmigo

Que aún cuando toquen a duelo las campanas,

Lo importante, es hacer volver estos pájaros tardíos

Paraallanar los caminos del amor.

Tal vez, soy un mezquino traficante de estrellas

Que desdobla en la yema de sus dedos la última espiga del sembrado,

Pero he contemplado el escaso paisaje de esta relación

 Y llegado a la conclusión:

Si me quedan cinco minutos de vida…

¡Los quiero compartir contigo!