EL RÍO

El río,

parece siempre el mismo…

pero nunca es el mismo.

Tampoco yo

soy el de entonces:

el niño que jugaba en sus orillas

con un futuro y una vida

por delante.

De chiquillo

me gustaba escuchar al río

sentado entre los sauces.

Con guijarros hacía

murallas y castillos.

Bajo el lodo guardaba

secretos y tesoros...

Cuántas veces

sus peces de colores fueron

amigos que comían

el pan entre las manos.

Yo jugaba, él fluía, yo crecía

y él me hablaba, y sus aguas cristalinas

significaron para mí, durante ese tiempo,

la dicha de una dulce y estable compañía.

Todo me parecía claro y puro

a orillas de este río.

Percibí, tantas veces, su cálida armonía

que la vida llegaba a mi encuentro en una ola

de paz y de ternura, y el mundo, agazapado,

colmaba de ilusiones mi presente.

No siempre estuve solo.

A veces un amor me sonreía; y entre promesas,

miradas y caricias, jugábamos a querernos bajo las ramas

cómplices de los sauces.

Y, de pronto, hoy aquí,

solo con mis recuerdos, siento surgir de nuevo

mi ayer y mi pasado; y la vida sale al paso

hermosa como entonces.

Sin embargo,

ya nada será igual, ni tendrá la misma luz,

azul, de aquellos días.

Un día llegará esa aurora

que borre de este valle mi rastro para siempre;

y, entonces,

se irá desvaneciendo poco a poco

la huella de mi paso por el mundo;

y ya no habrá

un futuro radiante con el qué soñar, ni un amor

que me sonría,

ni siquiera un vestigio de esperanza

de estar aquí presente.

El agua seguirá su curso, río abajo,

cuando yo me vaya. Ese día

mi espíritu nostálgico vagará confuso, solitario,

prendido a los meandros tranquilos de la tarde.

Cuando me haya ido, cada primavera

se llevará más lejos mi nombre y mi pasado…

y me quedaré solo, sin amores, sin álamos,

sin rastro de los peces que comían

el pan de entre mis manos.

El valle será otro, el mundo se hará distinto, el río

ya nunca será el mismo (me olvidará, seguirá su curso)

pero de nuevo habrá otro niño jugando entre los sauces

y haciendo en sus orillas

murallas y castillos formidables.

Se ignorará mi historia y mi legado,

y puede que la vida vuelva a ser

hermosa y transparente para él.

Hermosa como el viento, transparente

como el agua;

hermosa y transparente como ahora,

como antes; transparente

y hermosa como siempre.

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