SABIÉNDOME

Quisiera que el tiempo mío fuese otro muy distinto a lo que es ahora, verlo ya sin límites en el tiempo, que se acabe de una vez y quede sin las ideas aprendidas en el largo trajinar de la historia; dejarlo amarrado a sus ansias, aquéllas que se aferran a cada espasmo que brota en medio de tantos desvelos, permitirle trastocar espacios lejos de esas pátinas que la animan en su desesperado amanecer; soltarle los bordes que lo confinan, aquéllos que en loco devaneo aprietan sus tersas manos procurando esconder sus desatinos; quitarle esos muros de viento que ocultan furiosos sus tibiezas, buscando que en la agonía de una repentina necesidad de dar, queden dormidas sus sospechas de no saber más que lo que saben sus antojos; hurtarle su silencio ese pedazo de voz que se revuelve entre sábanas de piel y verso que resbalan aferrados en la contienda de un querer ser más…mucho más sin serlo todo…siendo lo más; otorgarle su propio silencio con que a veces se anuncia desbocado en su desmedido afán de estar ahí, cerca y junto a mil tibiezas que buscan los bordes para sucumbir, hasta caer rendido a su propio tiempo, ese…ese que no es el tiempo mío, sabiéndolo yo.