TU OFENSA ME PUDO

Para salvar la vergüenza

tú te casaste conmigo.

Me creíste la presa perfecta

para allanar tu camino.

Camino que siempre estuvo

lleno de piedra suelta

y cubierto por los espinos.

Pero yo aunque puse empeño,

la ignominia de tu ofensa me pudo.

Y al final te pedí cuenta

de lo que ya había prescrito.

Por ello sacando fuerzas

de mi corazón mal herido,

quise allanar la senda

para ser feliz contigo.

Pero tú con tu mala sangre poquito a poco,

me fuiste despellejando vivo.

Para al final tirarme al pozo

de la muerte y del olvido.

Sin embargo y a pesar de todo,

no has podido acabar conmigo.

Y aunque me encuentro un poco ausente,

no estoy muerto sino vivo.

Y viviré para tus pesares;

y hasta tendrás que hablar conmigo.

Porque aunque quisiste matarme,

no estoy muerto sino vivo.