Herida latente

Yo tenía la mirada con vendas,
tenía los deseos rotos y las manos partidas.
Tenía la sangre muerta,
las puertas cerradas y las ventanas abiertas.
Tenía el dolor en mis pasos,
el miedo en la ropa,
el temor en los labios.
Tenía la soledad a mi lado
con las palabras atadas en los charcos.
El tormento no era nada,
se empapaba de alaridos, de gritos,
del deseo de un silencio perpetuo.
Solo la carne sentía el abandono.
Solo las horas suplicaban morir en el sueño.
Desaparecer de las miradas hirientes,
de las fallecidas caricias.
Ser una hoja donde enterrar mi alma,
donde los puntos y aparte perecen con el alba.
Debajo de la tierra mojada
hay hombre pidiendo justicia,
una aguja de dos caras,
un pasillo de mil puertas.
                                                                              Poetajc