A mis niñas

En la cúspide mi mundo están, esos tres luceritos
que alumbran de impaciencia la paz de mis momentos,
y en sus ojos presentes Los míos como inscriptos
en los ángeles diarios que rodean sus intentos.
Mis hijas transitan mi sangre adonde vayan
y devuelven con besos Los pedidos subyacentes,
son el terremoto de inolvidables batallas
donde pierdo todas las guerras irremediablemente.
Ellas componen la música de tan bellas armonías
que sustentan las ganas de vivir en esta tierra,
a mi lado se disputan la perfecta compañía
y vuelan mis sueños alrededor de sus siestas.
Mis tres luceritos se comportan simplemente
con el mágico elixir de la adolescencia,
son ellas las que me tienen constantemente
en la sublime instancia de tenerme en sus presencias.