Aunque no te pueda ver,
te cobijo, entre los duendes
que acarician, cada centímetro
de tu cuerpo,
entre cada corpúsculo
inverosímil de una
madrugada en nuestras
estrellas,
en donde la voz silencia
los gritos de una ausencia,
allí, cuan una bella
imagen, de tus ojos,
en mi guarida,
aunque no te pueda ver,
te recorro, casi al
desvelo, de un mar
de ignominias, de
un cielo de fresias
aterciopeldas,
de un viento, de un espacio
de una galaxia imaginaria,
entre átomos de tus besos.
Aunque no te pueda ver,
te observo! dilatando
en tus pupilas mis
versos que te mantienen
viva,
en tu voz, desde el otro lado,
de la curva maldita,
que separa nuestra piel,
que aumenta nuestras ansias,
de norte a sur, corriendo
las horas, para acelerar
un encuentro inolvidable.