Todo fueron errores a primera vista,
eso parecían,
luego se transformaron en experiencias
a las que la paciencia
supo darles la capacidad de crear.
Dolor obligatorio
en cementerios de astros
que ya no alumbran a nadie,
y nadie dirige allí sus miradas,
la libertad de la insignificancia,
belleza muerta,
quien se piensa centro de todo
vive preso en su propia mentira.
He estado,
y puede que vuelva a estarlo,
partido en trocitos,
he sido un puzzle de 7 mil piezas
volcado en el vacío,
me he sentido tan encerrado dentro de mí mismo
que la única manera de salir
fue escribiendo. . .
¿Bien o mal?
Ese tema carece de interés para mí.
Me disolvía como yeso bajo la lluvia,
roto como mi tibia y peroné
en aquel pequeño accidente en motocicleta. . .
he temido a la soledad
y detestado la compañía,
inexplicablemente eso suena a pasado,
porque incluso cuando reabro heridas
estoy disfrutando.
Toda esta reflexión al final acaba hueca,
acaba yéndose por las tuberías del olvido,
no sé si merece la pena siquiera,
tal vez debería emplear este preciado tiempo
en cortarme las uñas
o recoger mi habitación. . .
Sería de mayor utilidad quizás,
pero de algún modo
esto ya forma parte de mí,
enviar palabras sin destinatario
que mañana perderán el sentido
se ha convertido o convirtió
en algo común para mi ser.
Supongo hermano
que a ti te ocurre algo parecido,
no sé,
la expresión tiene algo mágico,
no me importa el medio,
la cuestión es vencer aunque sea a la fuerza,
aunque sea a cañonazos.