En mi ser pálido creses,
se embellece tu cara contra mi voluntad
toda fría, absorta y doliente.
Miro cerca tus manos
casi las toco con el filo de mis dedos;
Espadas de un corazón destruido.
Estas aquí muda, silenciosa amiga,
incontenible lluvia de cuchillos hirientes
pues aun no sabes cómo me tiendes en la agonía.
Te miras en los ojos de un solitario,
formas la recreación más placida de la vida;
En torno a ti da vueltas todo el amor,
pero aun no puedo tocarte el corazón.
En tus ojos arden mis esperanzas
y los horizontes del sueño amoroso,
por ti mi corazón destila amor
un amor dejándose caer a la deriva.
Tú te has transformado en el sol de mis días
y sin embargo eres la flecha que me acriba
al sembrarme el temor de confesarte
que te quiero más que a una amiga.