Entre velados biombos
y oscuras celosías
y con la meridiana
pasión que te arremete,
con lánguidos espasmos
recuerdo, me decías:
"Amor...te quiero mucho"
y yo pensaba:
¡vete...!
¡Vete, viejo cariño.
Tú no me perteneces!
Ese tu amor decide mi reacción
y la explica.
¡Vete, que ya has brindado tu amor
donde te meces,
y al querer desbordarlo sobre mí,
se complica!
Ya no existe el milagro
de una contrapartida.
Márchate ya y no vuelvas
que el milagro se acaba.
¿O debo recordarte que se acaba
la vida?
Cuando al caer la tarde,
el sol que iluminaba
con un vigor postrero,
con fuerza desmedida,
ansiando tu regreso
la noche entronizaba.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC (Derechos reservados)