Para la gran mayoría del vulgo
no soy más que un don nadie;
que vive aferrado a una desarrapada,
leprosa, detestada y mal oliente poesía.
Yo prosigo así: solitario cual orate,
sin importarme un bledo lo que digan.
Sigo a la caza de nuevos amaneceres,
tratando de plasmarlos en un verso.
Vivo en una bùsqueda constante
por hacer de la poesía una oportunidad,
de poder nombrar lo inefable,
de recorrer espacios gozosos de la infancia,
y remontarme a lugares perdidos
por el tiempo y la distancia.
La poesía es para mí, como un calix sagrado
donde puedo escanciar variado licor,
con sabor a tristeza, amor, desamor,
alegrìa, rabia y gozo.
La poesía es para mí como un refugio
como un escudo, como una coraza;
es como un potro alado sobre el cual
cabalgo y me remonto a las esferas.
No importa que me crean un don nadie,
que me vean como un orate;
Yo solo soy palabras y versos,
un hombre que se adentra en lo ignoto.