Si pudiese dormir
para alcanzar a tu corazón, ´
no sería para despertar,
sino para tu sombra abrazar
y soñarte con tesón.
Cada vez que me duermo,
evoco una esperanza
y apareces tú,
ahí,
dándome tu amor.
Cada vez que miro hacia atrás,
te veo,
ahí,
ofreciéndome tu luz;
y si miro para adelante,
esa luz está ahí,
al frente, a mi lado,
arriba,
ufana, cariñosa, malcriada,
rodeado de amor,
como si fuese un sueño
que me hace dormir;
porque si despierto,
me haría sufrir;
porque es sólo pedazos mi alma,
cuando te veo llorar,
por la luz que se palma
y te hace inalcanzable,
en un valle infinito de tristezas.
Siento real la luna loca,
cuando se acercan
la primeras luces;
tus párpados húmedos
me detienen;
y canto sólo para recordar
que te amo;
y siento los inicuos segundos
que me quedan,
que se enconchan
en una sonrisa graciosa,
de noche veloz,
de alegría mentirosa.
La vida nos acecha,
enternecida
por el frío de la mañana,
de corte salvaje,
de hechura terca,
que nos impone
certeras chispas de luz.
Eres bella
y sólo así te sueño;
no cambies;
y sólo así oiremos los coros
y los canturreos
de un claro amanecer.
Así te recordaré sumergido,
hasta que despierte,
oliendo frescura entre tus senos
de dulce albura,
y te regale un travieso beso,
y estés ahí.