Filosofando con migo mismo

M e senté a escuchar los silencios,
Esas melodías sin sonidos ni acordes
Que formó parte de mis mejores momentos
Cuando me ocultaba de mis propios temores.
Y entre silencio y silencio…, un grito
Si, un grito espeluznante y siniestro
Que con vehemencia me dijo
“No hay peor ruido que el mismo silencio”
Me puse a dar discursos con mis mejores palabras
Esas frases selectas que a nadie interesan
Y me volví un filósofo al que nadie escuchaba
Eran débiles palabras pero dichas con fuerza.
Y entre palabra y palabra…, un pensamiento
Que acabó de golpe con mis palabras
Una de las razones que me dio el razonamiento
“cuando ya nadie te oiga es mejor no decir nada”
Y comencé a caminar hacía ningún lado
Esas largas carreteras de la vida
Que ya en otros tiempos había caminado
Cuando quise llegar y partir no quería.
Y entre paso y paso…, me quedé parado
Cuando solo una duda me tapaba el camino
¿Voy buscando el éxito o huyo del fracaso?
“si no hay peor derrota que derrotarse a uno mismo”
Busqué un escape intermedio entre la vida y la muerte
Para huir de los miedos que estas dos me causaban
Y para vivir era muy débil y para morir no fui fuerte
¿O será que en el fondo ninguna de los dos me agradaba?
Y entre vida y muerte…, me quedé adormecido
Quizás ese era el punto intermedio que yo buscaba
“Por que no hay peor muerte que no apreciar lo vivido
Y no hay mejor vida que la que nunca se acaba”
Luego miré al cielo como buscando una respuesta
El significado de la vida quise saber
Y solo pude ver nubes por de más inquietas
Y un sol luminoso que no me dejó ver
Y entre pregunta y pregunta…, solo un consuelo
Que desde mi dijo usando mi propia voz
“cuando lo busques pidiendo veras solo un cielo,
Cuando solo mires al cielo lo veras a Dios”
Y filosofando con migo hallé la respuesta
La vida se basa en el don del amor
Y yo que de noche solo veía estrellas
Anoche por fin…, por fin lo vi a Dios. Pablo Berkell