Divagaciones

Mi infancia…

Panorama interrumpido de danzas fúnebres

Por paisajes de niebla, de recuerdos aislados en espacios palpitantes

Convoy de ceros, cual solitarios arboles dejando su sombra

Esparcida, por perdidos caminos de soledad infinita…

La etapa juvenil…

Nace con ímpetu lascivo, como un grito

Largo y bestial, agrietando el alma con su lamento

Resonando trepidante en mi cabeza, en una transición

Larga, profunda, gris y sepulcralmente fría

Descoyuntando la voluntad con su melancolía…

Respiro hondo para sumergirme en las profundidades

Obscuras donde no se alcanza lo que se busca.

Busqué la resta y la suma, el dividendo infranqueable

El total de un orden indudable e invisible de mi corazón

Lleno de dudas y angustias…

Maduré…

Antes de tiempo, para saludar mi lucidez

Con una esperanza acuciante de encontrar

 Un entorno acogedor, dejando un adiós a la trashumancia,

A la estrechez de mentes, encerradas en murallas infranqueables…

¡Fue una leve y fugaz mirada al pasado!...

Despedí a mis muertos, a mis queridos e inolvidables

Seres amados, perdidos en las sombras de la vida

Recuerdos lejanos palpitantes yaciendo en el espacio y el tiempo

Elevé mis cánticos a la Diana Matinal saludando con gozo el Alba

Escuché los himnos solemnes de mis gentes aprestándose al trabajo

Saludé con gozo el nuevo día donde se depara un velo de misterio

Tañendo colmado de esperanzas y de inconquistables secretos…

Mas, las buenas ideas y las buenas intenciones

No se reconocen ni se validan cuando aparecen…

En mi soledad nocturna, a la hora de cargar la noche entérica

Sobre mi cama, punza mi abandono como un hueco de siglos

La casa permanece en silencio lóbrego, roto tan solo

Por el chirriar de mi ventanal erizándome la piel…

La vejez…

Llega como sombra danzante, deslizándose avivada

Se enciende la farola de la calle anunciando las tinieblas

Como gajos de tristezas a cielo abierto

Llenando de una música extraña e irreverente

El cansado paso, que pesa como plomo

A la multitud que vuelve de sus faenas rutinarias

Hay un silencio claro en esa obscuridad que resplandece

Galopan oleadas de sangre repercutiendo sobre mis sienes

El tiempo sin tiempo de mis parpados va cayendo…

 Suben y bajan pájaros de sosiego en levante de espiral y torbellino

Empiezo a escuchar el jadeo de una respiración jadeante y descompasada

 La mía, uniéndose al tic tac de un fantasmal reloj inexistente…

Resultado de mis miedos recurrentes,

Con tendencia humana, incómoda…

La muerte…

Es donde se entra al baúl de sueños difíciles, inoportunos

 Promesa secuencial de pesadillas que decantan

En taquicardias y sobresaltos como demonios enloquecidos

Entran en el corazón, apagando los sollozos

Terminando con las redes infinitas del sufrimiento humano…

¡Cabe el universo entero! ¡El sonido se mezcla con la luz!

Después de una fatigosa jornada, esos escasos racimos de vida

Han llegado al puerto de un mundo lejano

Donde corren a raudales perfumes y resonancias celestiales…

¡Es tiempo de dormir! ¡Quiero dormir!...