Allí, al final del camino, cansado,
casi ingenuo, pero sabiendo que moría,
guardé mi secreto en lo profundo
para preservarlo intacto.
Mas la ilusión siempre asombra
y logra atraer lluvias y aguaceros,
aquellos que añoré desde siempre,
para empaparme contigo y dejar
nuestros cabellos mojados en la cara
y la ropa pegada al cuerpo
con esas aguas sin sal
con las que quise mojarme.
Nos secaremos al sol fresco
de la mañana musical tan esperada.
Y madurarán ahora el día y después la tarde,
-en blancos- con luz que baña la piel ya seca,
en corazones sin sombras.
Nunca habÃa leeido algo que me calara tan hondo el alma,escribes muy bello,además me identifico mucho con tu poema SIGE ASI!!!!!!!!!!!!!!!!!!