De corazones usados

Trafiqué con mi herencia y gané un síndrome de estocolmo por un síndrome de abstinencia. Después de días que pasaban en estampida, una verdad se convirtió en mentira cuando ví que estaba hecha de hipótesis desmentidas.
Atrás quedaron los días de mayor peligro con el cuerpo jodido, con la mente y el corazón contradecidos por amores que de grandes que eran eran desmedidos. Ahora ando poniendo el cebo y voy afirmando que mi corazón de segunda mano funciona mejor que uno nuevo.
Cuando quisimos ir a comprar al mercado, éste había cerrado. Se nos pasó el arroz, pero de vez en cuando me montas un altercado y por eso nunca las llevo todas conmigo.
Más de una vez por la cuesta arriba de un paso fronterizo fuí cazado y repatriado. Mis objetivos no van a sufrir recortes por la ausencia de pasaporte. No me creo lo de tu chulería sin avería como no concibo la divinidad sin dignidad. Ni entre tanta contradicción conseguí hacer acto de traición al corazón. Podría perdonarte con esto de no saber odiarte pero de momento dejaré de quemar lo que escribo para saber la forma con la que vivo.
Y, de vez en cuando, sigo leyendo el libro que escribimos por si algún día entiendo.