El mismo patio de cada día
veo envejecer por mi ventana.
Dando vueltas los hombres
tratando así de olvidar
por aquello que les llevó
a esas cuatro paredes.
Yo sentado en mi catre,
y las luces encendidas,
yo mirando por la ventana,
yo observando por la rejilla.
Carcelero no apagues aún
las luces de estos pasillos,
ven aquí y hablaremos los dos
mientras fumas tu cigarrillo.
El patio que ahí se oscurece
muy pronto será testigo
del final de un mal castigo
por matar a un inocente.
Carcelero´, tú que entiendes
aquello que aquí has vivido,
no te olvides de este preso
que murió sentado en su catre,
viendo el patio envejecido,
mirando las cuatro paredes
y la luz de los pasillos.
Buenas noches, carcelero,
y apaga el farol, si quieres,
pues no confíes tú mañana
en que este preso despierte.