Canto a Mai Lai

Sucedió allá lejos,
no tan lejos que no pudiese
tocarme
Fue un día,
o varios días,
o miles de días
dentro de una absurda
historia humana
que aún plasma del pasado
un futuro presente.
Sucesión de hombres
Atila,
Nerón,
Herodes,
Hitler,
Nixón…
En un lugar como tantos otros:
Roma,
Hiroshima,
Biafra,
Vietnan…
El sol no había aún
lamido las colinas
ni la luna enseñado
su recato
Pero ellos llegaron:
Con sus ideas cavernarias
mejoradas por técnicas de guerra
Finalidad: ¡Matar!
Y aún nos preguntamos ¿Por qué?
El Moloch del Pentágono
decía !Kill!
Wall Street decía !Kill
y las manos regordetas
recubiertas de sortijas
entre champaña y caviar
aplaudían
sudorosas y alegres
diciendo: Yes Mister ¡Kill!
La sonrisa del chiclet
del spam
la mentalidad del héroe de tiras cómicas,
con aspiraciones de astro
de base ball
asesinando en color,
no blanco,
negro: ¡Kill!
amarillo o rojo ¡Kill!
No blanco, ¡Kill!
Y el aquelarre dantesco
transformó la aldea,
que dejó de ser aldea…
Y aún nos preguntamos ¿Por qué?
Y retorcidas figuras yertas
se preguntan como nosotros
¿Por qué?
Rostros de ancianos
curtidos de tierra y tiempo,
madres preñadas de mañana,
niños con olor a pezón
y a regazo,
fetos con calor de vientre
que no pudieron gastar un minuto
de su vida…
El cristal del agua
conversa entre los juncos
con las rocas
y repiten este hecho
El caminar de las moscas
y los gusanos
en su paseo por los pedazos
de cadáveres que no borró el napalm,
también repiten este hecho.
Pero sus voces fueron calladas
por la euforía, por la risa profana
del invasor…
Wall Street había dicho ¡Kill!
El Pentágono había dicho ¡Kill!
Y la muerte compensada en dólares
brindó una vez más…
Los ojos salpicados de nubes,
cielo, sangre y estrellas
aún dibujan en su reflejo
una bandera
la humillante bandera del invasor
y aún nos preguntamos ¿Por qué?
Pasado, presente, futuro…
¿Por qué?
Sucedió allá lejos,
no tan lejos
que no pudiese tocarnos…
Herman Vallenilla