Cobijado en el cálido abrazo de Eros,
dejo libres mis aves de instintos,
que despliegan sus alas, y vuelan.
Tus espacios se llenan,
tu sentir se arrebata,
tu flagrante deseo me absorbe,
me convierte en un halo estridente.
Me sacude, me arroba, me exalta,
Te haces dueña de mis locos anhelos.
Una espuma infinita de mieles inunda tu boca,
y es tu vientre ondulante el que marca,
los embates de un rígido sexo.
Que después de ofrecer su simiente,
se arrebuja en humedad latente,
hasta que en lenta laxitud, se duerme.
®Susana Valenzuela
12-08-13