Desde el Más Allá

Yo, "Constantino Ruibarbo
Pandal de la Somellera",
estoy bastante confundido:
al parecer, he fallecido
y ya no soy el que antes fuera.
No me siento diferente
de cuando estaba con vida
pero debe ser mi muerte,
porque veo mi cuerpo inerte
y a mi mujer compungida.
Todo empezó hace dos noches,
como a eso de las diez,
ya había guardado los coches
y no me sentía muy bien;
fueron esos "huitlacoches"
que en la cena "me empaqué".
Por lo que dijo ese gordo
con su bata de doctor
que examinó mi cadáver
mediante severa autopsia
que no me fue "doloropsia",
me morí de indigestión,
(menos mal, no fue tan grave).
El caso es que mi mujer
al principio no lo creía;
la tuvo que convencer
el acta de defunción
y toda una letanía
de llantos y condolencias
(vaya, ¡cuanta hipocresía!)
Ahora viene lo mejor:
se encuentran ya en el velorio
y yo camino en derredor
sin siquiera ser notorio;
mi cuñado me llamó:
"ese lerdo vejestorio".
De cuantas cosas se entera
el alma desde "este lado":
ahora resulta que Estela
me ponía, alegre, "los cuernos"
¡y yo ni siquiera sabía!
Pensar que sí la quería,
ya verá la que le espera
cuando, en el día en que se muera,
me la encuentre en los infiernos.
Y hablando del "rey de roma",
aquí viene mi mujer
"afligida y desolada",
no sabe que la vi ayer
comiendo, como si nada;
¿me habrá llegado a querer
algún día, la interesada?
Eso sí: "¡tan bueno que era!"
ahora que ya muerto está,
y a disfrutar mi chequera,
gastos aquí y por allá;
¿Cómo caja de madera?
¡Merece una de metal!
(aunque me haga "gelatina"
en ella, que no es normal).
Me da náuseas lo que veo
y me da risa lo que escucho:
ahí está el primo Tadeo,
aquel que "me quiso mucho";
si mal no recuerdo, creo
que nunca vino a buscarme,
igual que su hermano, Chucho.
Y ahora ¡todos al panteón!
después de misa y rosario
para este pobre "pelón",
"insulso y atrabiliario"
¡qué profunda decepción!
¡cuánta mentira y traición!
cuánto "amigo" criticón
en el cortejo funerario.
Un responso en el sepulcro,
previa "jugosa" limosna
otorgada al sacerdote
con cara de "pasmarote"
ah, pero eso sí, muy pulcro.
Y ahora me están bajando
y echando la tierra encima,
junto con veinte coronas
de flores, ¡de la oficina!
Acabo de oír a mi hija
diciéndole a su mamá
que "con un sobrio monumento
y una lápida de bronce
sera más que suficiente;
todo saldría en unos once,
gastar más, sería imprudente".
¡Ay, hijita, qué dolor
al mirarte en la mañana:
dos horas, ante el espejo!
más preocupada por verte
más hermosa que tu hermana,
que por la muerte del "viejo"
(dicho así, de mala gana).
Pensar que fueron mis hijas
el gran amor de mi vida,
mis metas estaban fijas
en darles cuanto pedían
y verlas bellas, felices;
hoy, preparan sus velices
para ese viaje a Turquía.
Bueno, pues todos se han ido,
estoy de pie, confundido,
frente al túmulo reciente
y sin poderme decidir:
¿debo quedarme ó partir?
Creo que me voy a reunir
a charlar tranquilamente
con los difuntos de enfrente,
me parecen buena gente
y me quiero divertir.-
Eduardo Ritter Bonilla.