A simple vista
Dibujando acordes de guitarra,
tarareaba la letra de una canción
cuando te vi llegar.
Inocente merodeabas el lugar
sin sospechar que el azar,
te cruzaría en mi camino.
Mi cabeza tibiamente se acercaba a ti,
mientras mi cuerpo mantenía la distancia.
Aquella noche a oscuras,
descubrí el amancer.
Mil libros en este bar,
aprendí lo que es amar
careciendo de manuscritos.
Posado en las escalinatas,
cegado de locura,
me perdí en el lunar de tu mejilla
y culminé naufragando en el océano de tu mirada.
Sorprendentemente el destino se hizo presente
y colocándonos frente a frente,
me inventó el paraíso.
¿Pero quién dijo alguna vez
que las palabras se las lleva el viento?
Si no existía palabra alguna en aquel momento
en que el tiempo hizo de nexo
entre el ayer y el hoy.
Perplejo,
inherte ante el obsequio de percibir tu voz,
tan sólo atiné a sonreir,
mientras observaba esfumarte de mis brazos.
En segundos que duran años,
como un tonto,
te vi partir.