Esa noche me arriesgué,
fui detrás de tus palabras,
y con la fe sobre mis pies,
descubrí lo que guardabas.
Desnudé a mi corazón,
y te hablé con la mirada,
pero el sueño aterrizó,
antes de que despegara.
Decidí luchar por ti,
enfrentándome a la nada,
me olvidé incluso de mí,
por pensar que te importaba.
Tu verdad me derrumbó,
pero al fin me liberaba,
porque a golpes de dolor,
la felicidad de aclara.
Caminé hacia la ilusión,
resignado a provocar mi propia herida,
se cerró tu corazón,
y el candado puesto ya lo conocía:
Te busqué para perderte...