No me preguntes a mí por qué
el sosiego ataca a los más débiles,
Si yo al igual que tú
debo de soportarlo,
Sosiego que se hace cruz
y el karma me deja inmóvil,
Cuchillo de desazón
que en mí clavan para afilarlo.
Tinieblas de confusión,
espinas del sufrimiento,
No me preguntes a mí por qué
caemos en la desidia,
Inteligible es mi opinión
y muy nublado mi pensamiento,
¿No ves que como a ti
me va sangrando la misma herida?
No me preguntes a mí por qué
caemos presos de la nostalgia,
si eso mismo me pregunté
estando solo con migo mismo,
Y la respuesta me la negó
el cruel fantasma de la ignorancia,
Que por cierto tan solo fue
el predilecto de mi egoísmo.
Las nebulosas de los por qué
fueron nublando mi entendimiento,
Por eso no me preguntes a mí
lo que no podré contestarte,
Si tengo dudas igual que tú
y también padezco mi sufrimiento,
y si no pude ayudarme a mí.
¿Cómo podría a ti ayudarte?
No me preguntes a mí por qué
siempre chocamos con los fracasos,
Pues siempre choco al igual que tú
y no conozco el buen camino,
Yo no soy dueño de los por qué
pero soy dueño de los acasos,
Acaso la respuesta yo no la sé
o acaso sí y nunca la digo.
Por que aprendí a compartir
mi vida con la tristeza,
O me siento tan culpable
que yo mismo me castigo,
Y envuelto en tantas dudas
solo tengo una certeza,
Que nunca te diré el por qué
ya que nunca lo he aprendido. Pablo Berkell