Sin eufemismos
transitando la vereda
opuesta de un descarado
cepúsculo.
El lamento mordaz
de la horda vulgar
llena de hipocresías
y besos alienados,
una poca de ambición
en los cielos
de mis ausencias
y el recorrer tenue
y prolijo, de varias
calles de mis sueños.
Un parpadear, desnuda
la inescrupulosa
variente de un
te quiero,
y el sonido del
ángel, presto a
quedarse inmune
ante tanta
codicia,
y tu estrella
en mi corazón de
ermitaño, cubierta
de oscuras nubes
y denodados presagios,
sin eufemismos,
como me gusta
transcurrir la vida.