DESIDERÁTUM

En la inmensidad de la noche emerges cual diosa voluptuosa derramando a tu paso el perfume que el viento volatiliza en un instante. Eres como una flor que majestuosa se yergue hermosa al infinito, eres la azucena que en mi corazón brotó una tarde de invierno. Las estrellas en el cielo te admiran, la luna inquieta besa tus labios mientras tu cuerpo modula el ritmo que en tus caderas es mi tortura. Muslos de carne ardiente, locura que en tu piel se vuelve deseo, sed de amor que embriagas mi ser tornando en lujuria mi pensamiento, En tu mirada ingenua dejé mi pasión, en tu rostro de niña dulce mi calor; en tu corazón guardas celosa mis ansias como mis manos la ilusión de tu amor. Y así como vienes, te vas con mis sueños dejando en el tiempo tu aroma misterioso, fragancia que el aire en un segundo dispersa perdiéndose para nunca más volver.