¡Abuela! Dijo la niña
¿Qué tienes, porqué esa cara,
son pecados mis suspiros
y este brillo en mi mirada,
dime abuela acaso nunca
estuviste enamorada,
ni sentiste en tu pecho
mariposas agitadas?
La anciana sonríe y pone
en suspenso su mirada
y los recuerdos le viajan
a su mente ya cansada.
¡Esos eran tiempos buenos!
dice la vieja extasiada
de corpiños y refajos,
de cintas y trenzas largas,
de sonrisas y abanicos,
de mensajes sin llamadas,
de respeto y azucenas,
que a mi casa engalanaban.
Cuando conocí a tu abuelo
no sabía si le amaba,
ni tenía como tú,
revuelo de mariposas
o brillante la mirada,
cuando él se me acercaba
me quedaba envarada,
suspendida en un suspiro
último de mi aliento,
y no le hablaba,
y transpiraban mis manos
mis rodillas se doblaban
y en mi pecho el corazón
tum tum, tum tum, me sonaba,
y crujían mis enagüas
y mi cara colorada,
por si él se daba cuenta,
de lo que a mí me pasaba.
¡Pero abuela! Eso es amor,
¿Y él no te decía nada?
Con el dorso de su mano
topaba mi mejilla arrebolada
y una profunda mirada,
de promesas me brindaba.
¡Pero abuela! Eso es amor
¿Y él no te besaba?
¿Estás loca? ¡En el salón!
¡Qué pregunta, qué inconciencia!
¡Ah! claro abuelita entiendo,
los santos eran tapados,
escondían el amor
y lo llamaban pecado.
¡No mi niña, no!
El amor era divino
y sólo al ser bendecido,
lo podías entregar.
¿Y dónde está mi error entonces?
que me observas sorprendida
sólo yo dije un nombre
que me hacía suspirar,
y la ilusión que yo sepa
no tiene porqué dañar.
¡No mi niña, no es malo!
El amor no tiene edad
y es un tesoro que pocos
aprenden a valorar.
Si entiendes lo que te he dicho
guárdalo en tu corazón
no lo ajes, ni lo uses
¡Cuídalo, éso es amor!.
01.07.93