La triste melancolía

¿Cómo podría arrancar de tu vida
la penosa melancolía
que te abate, mujer?
Esa inquietante agonía
Que socava la poca alegría
Que un día hubo en tu ser.
Abrir tu pobre corazón
Y, como hábil cirujano,
Con mis propias manos,
Extraer el cáncer de ese amor.
Huella de un amor ingrato
Triste, recuerdo amargo,
Difícil de borrar.
Solitaria, pensativa,
Sin norte, abatida,
Te condena a vagar.
Y te obliga a navegar
En el mar de la incertidumbre
Faro agonizante, incapaz,
De mantener encendida su lumbre.
Y te lleva a naufragar
En las rocas de la nostalgia
Llenando de triste soledad
La quietud de tu alma.
¿Qué amor aciago
habrá perturbado
tu alma sensible?
¿Qué hombre insensato
habrá dejado un sabor amargo
en tu corazón humilde?
Dime si mis besos,
Si mis tiernas caricias,
Podrán llenar de vida
El vacío que hay en tu pecho.
Si es posible arrancar
La triste melancolía
Que hay en tu ser.
Si se podrá sembrar
El germen de la alegría
En tu alma, mujer.