Si quisieras amarme, no pondré resistencia.
Dejaré que navegues por mi mar a tu antojo,
y si notas de pronto que de pronto me aflojo
y que estoy como muerto que perdió la conciencia,
no te alarmes. Tú sigue con pasión, con demencia.
Involúcrame todo con tus besos de fuego.
Iza velas y suelta las amarras del ruego
y navega sin vetos, sin ninguna advertencia.
Desbarátame a besos, ensordéceme a gritos.
Sigue el ritmo constante del vaivén de las olas.
Sé la envidia de aquellas que se sienten tan solas
y que apenas les quedan unos besos marchitos.
Anda, sángrame, muérdeme. Aprovéchame ahora.
Encadéname, abrázame. Deja libre tu instinto.
Soy un firme arrecife que por tu laberinto
se introduce y libera la caja de Pandora.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC