Historia - Un gran momento

Llegado el momento en el cual dos individuos percibían el cambio en sus naturalezas de vida, cuando todo iba cambiando poco a poco, cada vez más se perdía la razón, sólo por sentirse cada uno con un apego mutuo del cual nunca habían estado seguros de poder tener. El tiempo pasaba rápido, pero dentro de la sensación de su acompañamiento mutuo no era tanto el tiempo el que pasaba, sino sus conocimientos que cada vez aumentaban, para así aumentar su felicidad ante la falta de soledad. El sentir de ambos se unió para así crear algo físicamente insignificante y pequeño, pero sentimentalmente, muy grande. Ellos desconocían eso tan importante que había nacido dentro de la unión sentimental de la cual fueron ellos dos objetos. Hasta que una sospecha hizo que uno de ellos se interesara por descubrir qué era aquello que tanto incomodaba, pero que dentro de esa incomodidad, agradaba tanto. Lo descubrió, pero en ese momento la alegría se apoderó de su alma y de su vida. Hasta que poco tiempo después decidió compartir ese gozo con la otra persona, la otra persona con la cual había unido su alma, su soldad, su todo. No estaba segura si podía comunicárselo o no, fue un tiempo muy duro para ella, ya que había una lucha en su mente, la cual buscaba el momento perfecto en el cual ella podía expresarle a él la situación que le había cambiado su vida, la situación que transformó su vida en un motivo muy grande para vivir. Ella sentía que ese momento había llegado, pero no estaba segura de poder decirlo, entonces decidió esperar un momento más adecuado para hacer su comunicación, ya que verbalmente le estaba siendo imposible expresarlo. Llegó el día que marcaba el crecimiento humano de su compañero, así que ella decidió obsequiarle algo inolvidable. Fue al centro de adoración de la humanidad y decidió comprarle lo que ella entendía que sería el regalo perfecto. Compró un par de medias, pero no eran medias normales, no era otro de tantos pares que ella le había comprado en tantas ocasiones, sino que era un par muy diferente, y eso era lo que a ella le hacía pensar que iba a ser ese regalo inolvidable. Luego de haber comprado su divino regalo, llegó a su casa y lo empezó a envolver en un papel muy hermoso y llamativo, decorado con ositos muy tiernos. El período en el cual ella estuvo envolviendo su regalo fue uno de mucho amor para ella, ya que ese regalo y esa envoltura iban sellados con el extraordinario sentimiento que inundaba su alma y qu estaba representado, en vida, dentro de lo más profundo de su ser. Acabado de envolver el regalo, estuvo un buen rato pensando tantas cosas, hasta que sin darse cuenta, llegó esa persona que ella tanto esperaba. El fue a donde ella y la saludó con amor, como de costumbre. Luego los dos se encontraban sentados en la mesa, él notaba una mirada de parte de ella muy diferente a lo normal. Por la mente de él pasaban muchos pensamientos diferentes pero ninguno de ellos le hacía pensar en cuál era el motivo de esa tan diferente e impactante mirada. El preguntó: “¿Qué ocurre? ¿Por qué me observas hoy con tanta diferencia?”. Entonces ella le dijo “Felicidades”. Y levantó una pequeña cajita que tenía en su falda, con aquella tan preciosa envoltura, y se la entregó al mismo tiempo que le ofrecía un beso suave, con ternura. El permanecía callado, pero dijo: “Muchas gracias”. Entonces decidió ver qué era lo que ella le había obsequiado, así que comenzó a abrir su cajita, tratando de no romper tan hermosa envoltura. Ya había abierto su regalo por completo, sólo le quedaba abrir esa pequeña cajita. Antes de abrirla miró hacia ella y notó mucha emoción que invadía el cuerpo de ella. Al fin se decidió y abrió la cajita y pudo ver lo que era su obsequio, así que le dijo a ella: “Muchas gracias por estas preciosas medias”. A lo que ella le respondió: “De nada amor”. Entonces él le dijo: “Una pregunta, ¿por qué me regalaste unas medias tan preciosas, si sabes que no las podré utilizar debido a que son muy pequeñas?”. A lo que ella le respondió: “Antes no hubieras podido utilizarlas, pero desde hoy las podrás utilizar”. Entonces una emoción comenzó a recorrerle por todo su interior y lo único que pudo decirle a ella fue: “Gracias, cada día te amo más”.
EFRAIN TRINIDAD RODRIGUEZ
Morovis, Puerto Rico
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