Vuelco en tí, todas mis percepciones
como aquellas cosas que valieron la pena,
una lucha de valentías y temores
y esos gritos que azotaron mi condena.
Vuelco en tí, el dolor de mis hermanos
la calma que precede a la guerra indefinida,
una postal de sangre y en tus manos
la fresca aptitud que devuelve lozanías.
Vuelco en tí, mis hondas condolencias
a aquellos que solos se quedaron,
sin el amor de alguien, sin su presencia,
sin el beso en la frente, sin un llamado.
Vuelco en tí los exilios permanentes
de mis leales amigos de la vida,
otroras luchas, peregrinares que mi gente
lluvia de goces que contemplan mis heridas.
Vuelco en tí, el odio al enemigo
oculto entre verdes uniformes de esperanza,
y el fusil presto a matar aún dormido
al inocente humano que lucha y descansa.
Vuelco en tí, el amor de mi inocente,
palpitar eterno que me dejó la vida,
tu que nunca me abandonaste realmente
y me dejas volcar mi furia en tu poesía.