El abuelo

HOMENAJE A MI ABUELO.
EL ABUELO (tarde de tormenta)
¡Ay riveras del Almonte!
que tendréis que otros no tengan!
si el paisaje natural
si la natural belleza
que me hacéis sentir feliz
en plena naturaleza.
Se avecinaba la noche
la tarde languidecía,
serpenteando el camino
bien cargaditos de leña
van mi Rocín y Laíno,
como en una procesión
en solemne cofradía.
Atrás quedan los riveros
y alcanzamos las llanuras
logrando ya mejorar
para nuestro bienestar
la difícil andadura.
Sobrevuelan las encinas
búho lechuza y mochuelo,
pájaros de mal agüero
que con su canto funesto
como predijo el abuelo
nos presagian amarguras.
-Vamos Rocín y Laíno
que nuestra batalla es hoy
andar deprisa el camino-
Ya a lo lejos se divisan
las charcas del cementerio,
y más arriba el Camposanto,
y hasta el camino llegaba
el olor a cera virgen
de las velas que alumbraban
a los muertos que en sus tumbas
en silencio descansaban.
Y culminando la cumbre
del cerro del Camposanto,
con el pueblo ya de fondo
cubierto en oscuro manto,
se nos relaja la mente
y se nos cura el espanto
de aquella tarde tan cruel
que jamás olvidaré.
De pronto vemos caer
un relámpago infernal
que con un fuerte estallido
sordo nos pudo quedar,
echándonos del camino
y dejándonos al azar.
Se iluminó hasta la Iglesia,
y la torre del reloj,
y sus calles aledañas
que vacía de sus gente
la tormenta nos dejó.
Se iluminó el Camposanto
con aquel trueno de espanto
que Satanás envió.
Y se iluminó el camino
que sin luz ya no adivino
para poder con Laíno
despacito caminar.
Voy por la calleja “el ruedo”
lamentando mi amargura,
por donde marchan los muertos
camino del cementerio
a buscar su sepultura
cuando abandonan el pueblo
en su última singladura.
Por la peña Belén vamos
tristes en la noche oscura,
empapaditos de agua
con el frio hasta los huesos
y el agua hasta la cintura,
esperando a que termine
este macabro suceso
que más que parecer eso,
parece una desventura.
Ya llegamos al arroyo
y la suerte no acompaña,
crecidita de agua viene
y para cruzar conviene,
experiencia mucho arte
y derrochar mucha maña
que al abuelo no le falta,
y agudizando el ingenio
pone en práctica su hazaña.
-Primero pasa Rocín
que más joven y fuerte es,
después pasará Laíno
y con la ayuda Dios
y el bueno de San Cristóbal
llegaremos al destino.-
A duras penas cruzamos
sin que nos llevara el agua
¡porque el nivel del arroyo
ya llegaba hasta la fragua!
y al fin llegamos a casa.
Y allí estaba la abuelita
encorvada y viejecita,
arrugada pero muy lista
reflejando candidez,
pura estampa de bondad
y derrochando honradez.
-Mientras yo me voy al huerto
a dejar la leña nueva,
a asistir los animales
y a ordeñar la cabra Mena,
tú te cuidas del chiquillo
que viene que da pena.
empapado hasta los huesos
de los pies a la cabeza
y con la sangre “helaíta”
hasta dentro de sus venas-
-Le pones ropa caliente
lo bañas y das de cenar,
que se acueste muy temprano
que mañana es otro día,
se ha de levantar lozano
y volver a comenzar.
Manuel Marín R.