Eres primogénito,
hijo varón,
de agallas deslumbrantes,
corazón. de noble manto.
Con tu meta y tu música,
de sentimientos altruistas,
te siento maduro,
audaz,
en un mundo lejano,
que rompe mi alma.
En busca de la verdad,
la verdad de tu arte,
tu brillo y tus manos,
tu meta estoica,
de sinsabores incognoscibles,
de sufrimiento elaborado,
te harán retornar.
Serás tú mismo,
en la lejanía que florece,
porque te queremos
y tu presencia ausente
está tan lejos
y tan cerca,
que casi te toco.
Serás tú mismo,
cuando una lágrima tuya
sea parte
de tu probo triunfo,
y tu soledad de hierro,
unas a la mía,
con tus sollozos de alegría,
revuelto con mi lloriqueo
de cotidiana espera.