Damos gracias al Médico
Que nos cura una herida
Y nuestro Cuerpo sana,
Soportando con gozo
El daño que nos haga,
Pues a nada le damos más valor
Que a la Salud perdida y recobrada.
Mediante el Sacerdote,
Cristo nos limpia el Alma,
Llena de suciedad por el Pecado
Y la colma de Gracia.
Y al ganar esa Gracia, nos ganamos
La más acariciada y codiciada
De todas las ganancias:
Tras tanto haber pecado
Sabernos y sentirnos perdonados.
Sabernos y sentirnos
De Dios amados.
Éramos Pecadores,
A los ojos de Dios y de los Hombres,
Y hacia la Santidad ya caminamos,
Por obra de la Gracia
Que, por la mediación del Sacerdote,
Dios nos regala.
Bendice, ¡oh! Cuerpo, al Médico.
Y tu bendice al Sacerdote, ¡oh! Alma,
Porque gracias a Ellos,
Las Almas y los Cuerpos
La Santidad y la Salud alcanzan,
Todo a la vez y todo al mismo tiempo.