Vienes a mi,
cuando la tarde imagina
que somos únicos e inalterables,
seres inundados
con el olor del terruño,
con los dados en la mesa
ya prestos para jugarlos,
las caras opuestas,
de sus lados incesantes,
recuerdan al mago
que dibujaba piruetas
seres que habitan aún despiertos
en las añoranzas sublimes
de algún vestigios constante.
Vienes a mi,
y no te declinas ante tan
maravilloso instante,
las sombras de la noche
apenas riegan
sus oscruras beldades,
sobre el jardín atado
a tales instrumentos,
y me miras...dichosa,
plena, sublime,
cubres apenas de ilusión
el verde cristal de la esperanza
ensoñada,
y me amas..que más puedo pedir,
que tenerte a mi lado
cuando las voces del ayer
me marcan su crepúsculo.