Y la noche cayó como tu cuerpo al mío.
Saberte mía como al vuelo las plumas,
como la hoja a la rama.
Ebrio pescador de océanos;
Alpinista en la cumbre inalcanzable;
Carpintero en la fina madera;
Me prendo de ti y sacio la larga noche de fruto,
y todo se vuelve claro, transparente, inmune.
Todo de ti es fresco como la uva.
Todo de ti es inmenso y pequeño.
Ah saciedad del viento sobre las ramas.
Penetro tu cuerpo al mas puro contacto,
y al roce, el roce como el latido,
vuela mi mente sin freno y sin tiempo,
se esparce infinita donde el espacio no ha ido.
Y al roce, el roce como el latido,
se prenden y apagan farolas celestes,
se vuelcan los elementos creando los nuevos,
se agitan y calman los mares sedientos.
Y la noche cayó como tu cuerpo al mío.
Ah larga noche de cuerpos y nudos;
Del contacto y la transparencia y la fuerza.
Y tus ojos, tus ojos como los besos,
en la misma silueta que amaba:
Profundos y negros; Alegres y tiernos.
Acogidos en la frontera misma del tiempo;
Permanentes como el deseo y el ansia;
Dulces como el almíbar en fruto.
Y los besos, y los besos como la sangre latiendo.
Latirte como el cuerpo que es mío.
Y la noche cayó como tu cuerpo al mío.
Y los besos, tus besos, latieron mi pecho.
Salvador Pliego