No es el silente sonido de tu voz,
ni las palabras que tus manos no escriben,
es la gélida indiferencia que mis ojos perciben,
que al corazón golpea como una hoz
No son siquiera, las ausentes llamadas,
ni las frías noches que sin ti pase,
fue el afán de marcharte sin saber,
las caricias que dejaste olvidadas.
No fue el tiempo que poco estuvimos,
ni las risas que de tus labios huyeron,
son ilusiones que sin ti se rompieron,
falsos deseos que nos permitimos.
No serán los malos momentos,
ni todo aquello que quedo perdido,
dulces recuerdos que guarda el olvido,
para vestir corazones harapientos.