Enmudecen las palabras,
son inútiles los versos,
si de describir se trata
con frases insuficientes
tu belleza y tu talento.
Eres un sueño encantado,
un femenino portento,
y me tienes extasiado
pues eres, ángel amado,
mi vida y mi complemento.
Sumergirme en tu mirada
es como asomarme al cielo
y contemplar, en pleno vuelo,
a las palomas de mi anhelo
en una idílica parvada.
Escucho tu voz divina
y me seduce su hechizo;
tu voz, agua cantarina,
es la sedante medicina
que me torna a ti sumiso.
Tu presencia es la respuesta
al fervor de mi plegaria;
antes de ti, solitaria,
mi vida no conocía
felicidad como esta.
Pero lo mejor de todo,
ángel bueno y adorado,
es el haber comprobado
que también soy por ti amado
de tan exquisito modo.
Eres el dulce compendio
de todas las maravillas
que un hombre pueda desear;
mi corazón es tu altar
y en él te voy a adorar
con el alma de rodillas.-