Cayo la noche sobre tu negra pena,
murio tu orgullo por el dolor transido,
y en el postrero instante tu reloj de arena,
troco la esperanza en bruma de olvido.
En tu puno cabia la humanidad entera,
el corazon abierto a la carencia ajena,
el odio, acaso el odio, esa vil materia?,
germinar podria en esa faz serena?
La rectitud y el orden en tu vivir austero,
espinaron largo tramo de tu vida,
cuando el quehacer reclamaba tu presencia,
alla ibas con la ofrenda de tu herida.
cuando cierre mis ojos esta noche,
tremenda noche, por tanta ausencia herida,
una plegaria muda su diamantino broche,
prendera de mis labios recordando tu partida.