Los años que me restan, no sé cuántos,
pues sólo Tú lo sabes, Jesús mío,
los voy a consagrar a ser un río
que vaya hasta la mar de tus encantos.
Son grandes mis pecados y son tantos
que siento de la muerte el crudo frío.
Empero, mi Señor, en vos confío
y quiero ser un santo entre tus santos.
Ven, lava las miserias de mis llagas.
No puedo ya con esta mugre impía
que ensucia de tu gracia la belleza.
Ya nada quiero hacer que Tú no hagas.
Dame hoy, Señor, el pan de cada día
y cambia en alegría mi tristeza.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC