Nací entre, si bien es cierto, grandes riquezas.
No me rodeé de oros ni de sedas,
Pero poseí y poseo la joya de mas grandeza:
La familia, el diamante que brilla con más fuerza.
Nací en una gran ciudad,
Hogares en los que el cielo podías tocar,
Grandes robles revestidos de verde,
Pequeños lagos de cristal.
Crecí, obligada pronto por problemas a madurar,
Llantos, muertes, enfermedades, que hay y siempre habrá,
Tantas desgracias que hay en el mundo,
Que no me atrevo ni a versar.
Me dí cuenta muy pronto, que la vida era el final,
Que es esto pasajero, que la muerte es libertad,
Y de este extinto mundo, de esta mentira a la que llaman Sociedad,
Quise aislarme en soledad,
Me aferré a la muerte en vida, me abracé a mi oscuridad.
En nefandos versos cuento, la huella que quedará,
Que será el único recuerdo que de mi persistirá,
Que la vida en su falsa elocuencia jamás me vencerá,
Yo soy más fuerte que ella, yo creo en la libertad.
Y si la muerte he de abrazar,
Por defender las creencias que abrigué,
Te juro que sin mentira alguna,
Que mi vida yo daré.
Un retrato digno en letras intento crear,
Mas, siento si lo que dice te pueda defraudar,
Pues no es mi vida gran cosa,
Y temo núnca lo será.
Lo único que se seguro,
Es que cuando vea la luz llegar,
Cuando el haz de luz albina, Irradie en mi oscuridad,
Sin temor y miedo alguno,
Yo me dejaré llevar.