Tres cosas siento por tí,
en un orden descendente,
la primera: un gran AMOR,
infinito y permanente,
un Amor omnipresente
que me habita interiormente
y me abriga en su calor.
Un Amor en que, impaciente,
se agita mi alma ferviente
llenando, como una fuente,
mi existencia de esplendor.
La segunda: ADMIRACIÓN
hacia tí, hacia tu persona,
hacia el exquisito aroma
de tu espíritu y tu mente,
la maravilla esplendente
que, cual joya refulgente,
en tus poemas se asoma
y me seduce tiernamente.
Te admiro como mujer
y también como poetisa
que, con frescura de brisa,
esparces por el Rincón
el perfume y la sonrisa
de tu gran inspiración
y dulce forma de ser.
La tercera es el RESPETO
absoluto que te mereces,
y te respeto con creces
como al tesoro sagrado,
tan valioso y adorado,
que en tu corazón me ofreces.
ADMIRACIÓN y RESPETO
se conjugan con mi AMOR
formando una trilogía
de las cosas que me inspiras
cuando a los ojos me miras;
tesoro del alma mía:
¡eres tú mi adoración!-
Eduardo Ritter Bonilla.
Martes 18 de Agosto del 2009.