Ahora se detiene el mundo,
cesa el viento, todo en calma;
no transcurren los minutos
y los hombres, diminutos,
quedan como suspendidos
en estos tiempos perdidos:
nada conmueve a sus almas.
Se busca que ocurra un cambio,
que las cosas se definan,
con las mismas ansias locas
con que el náufrago respira;
pero el tiempo se congela
y los momentos se eternizan,
aquí, nadie tiene prisa
y nada parece cambiar.
La espera se vuelve llanto
y el llanto quema los ojos
y las lágrimas se acaban
y sólo queda esperar.
Se marchita la esperanza
y se hace mueca la sonrisa
mientras la suerte, huidiza,
se esfuma y pierde, sin mas.-
Eduardo Ritter Bonilla.