Comienza el día y abrimos camino, flanqueando barrera,
también quién no vaga curioseando noche entera,
en la vehemencia siempre es socia una mujer hermosa,
al Ser humano lo satisface la noche tormentosa.
Tormentosa, es una manera de decir realmente,
eventual-mente es aventura con punto culminante,
son deleite desmedido en vehemencia verdadera,
donde dos cuerpo vibran en recónditas auroras.
El velo del cielo roto cae bendiciones con gotas dichosas.
Esculpido están sobre sabana cuerpos y almas fogosas.
Roce suave de dos bocas sucumben ajenas del entorno,
ávido de gozo en lubricidad, muy lejos de ser porno.
El pensamiento recorre toda índole y naturaleza,
el universo es pequeño para describir esta fuerza,
de ritmos desordenados en las olas salobres cálidos,
y es mar que aguardan los cuerpos que navegan ávidos. Cuando ya se haya roto el velo del cielo de la amada,
Adán troza la manzana y adentra, su diestra espada,
sí a diestra y siniestra, con tiempo prolonga la felicidad,
dando prueba de habilidad, que ahonda su gran fertilidad.
La cálida humanidad de Eva, entrega la carne del pecado,
hace caso omiso al aburrido paraíso perdido. Ofuscado
quebrantan con satisfacción el mandato del ser supremo,
y empezaron a vivir el amor cada noche en desenfreno.
Autor: Alcibíades Noceda Medina