Una rosa no es nada, cuando la conviertes en espada
deja de respirar, y no siente el amor que la acompaña.
Eres la razón que comprende mis días
eres la sombra que refleja mi alegría.
Así cambia la vida, te llevas la luz que me diste aquel día
me trajiste a este mundo, y hoy me dejas, Madre mía.
Eres el ángel que díos me dio
eres la duda que el cielo murmuró.
Por que me abandonas, si sabes que solo no puedo
vuelve hasta aquí, necesito tus concejos.
Eres testigo de mis primeros pasos
eres el libro que me enseño a caminarlos.
Se que no te volveré a ver, pero déjame soñar
que fue ayer ese día, que a mi lado, reíamos sin parar.
Ahora estas en el cielo, y se que desde ahí
me enseñarás lo que me falta por aprender.
Muchos días me quedan por venir
pero sabes, algún día, me verás por ahí.