En la real sospecha del espacio
el espejo se apacienta de otras muertes.
Benemérita misión de los azogues.
Colocado en la pared del equinoccio,
sostenido por un clavo
en su impudicia de óxidos,
el espejo cuaja la imagen del Hombre
en las almenas menos defendidas.
Allí, en su cuarzo temible,
lo reducelimpiamente, lo somete a lo vanal
y lo trastoca confundiendo tiempoy agua en su
estatura.
Desfoga en sus zonas imprevistas, para un duelo de tiempo y hacha,la imagen carcomida
en el porqué de la vigilia.
El espejo se alimenta
de imágenes y espacios
que el Hombre le entrega diariamenteen su delirio
por no ser sólo reflejoy desnuda la palabra lanzada
hacia la tarde En la noche el espejo es sólo brumas, sólo miedo,
y una angustia secular, sedienta de respuestas.
Sólo, lo que el Hombre
le dejó en sus estancias… De Palabras que ya he dicho (Inédito)