En la tumba destaca un ángel sombrío
sobre el moho, su espectral blancura
y agrava el silencio del campo vacío
donde huye la luz, teñida en negrura.
Sepulcral alimaña en su seno anida,
indescifrable espanto que convoca al miedo
ancestral sentencia que ausente de vida
en ese ámbito cruel, pleno en ojos ciegos.
Solo esto es verdad, y aún lejano e inerte
aunque creamos evadirla nunca es mentira,
con su temida forma, la inexorable muerte.
No la vemos llegar, siempre es mal negada
pero ella nos espía, nos rodea, nos mira
mostrando su partida, jamás su llegada.