Sin anestesia, me dieron por muerto los fantasmas
de un pasado de peregrinajes y de absurdos,
una pelota de trapo llevando paz a la locura
de una biblia endiablada, el eco de lsa voces
fallidas, entre tanta crueldad y desasosiego...
Y el parónimo de la vida, dando consejos en bares
cubiertos de alcohol y de drogas, fuente inagotable de berretines suicidas, de clandestinos
tratos, entre la guillotina y el fúsil...
Sin anestesia, con la lógica pura del verde
pragmatismo y la soledad a cuestas,
y el árbol de la noche, vistiendo mis adjetivos.
Y la estela de los mares a barlovento,
trayéndome la savia inútil de los vestigios
huracanados de la violencia y la traición,
brisas etéreas, de suelos extranjeros, amor de
una playa cubierta por tus te quiero...
Sin anestesia, en la vuelta irremediable de una canción desesperada, el humo de un cigarrillo que se consume, la gota última del alcohol impaciente, la línea blanca que respira por mis pulmones saturados, la verguenza de haber sido y el terciopelo de un ayer, que se vistió de promesas vanas.