Veo en tus labios palabras de amor
que congénitamente conjugan el delirio
en pro de otros vocablos que hacen
sutil el despertar de cada mañana.
Siento tu irresistible piel
cerca de mí, como un placer divino
que me hace perder el sentido.
Siento tu cabello enredarse entre mis dedos
y tus pechos arden de deseo;
se estremecen a cada movimiento
por libidinosos impulsos eléctricos.
Tus besos palpitan en mi cuerpo
como el fuego que brilla en tus ojos.
Juntos dejamos así pasar el tiempo,
unidos, amándonos poco a poco.
Bebamos, oh, musa angelical,
de la copa prohibida, sin más dilación,
bebamos de este cáliz de tentación,
áureo, sublime y celestial
y brindemos por nuestro amor,
pues nuestro amor no tiene igual.